El Guadalquivir fue navegable en la época romana hasta Córdoba

Evolución del Paleoestuario del Guadalquivir y Guadalete desde 6000 a.C. (periodo Neolítico) (Personales.us.es)

Evolución del Paleoestuario del Guadalquivir y Guadalete desde 6000 a.C. (periodo Neolítico) (personales.us.es)

El papel que históricamente ha desempeñado el Guadalquivir ha sido tan importante que han sido muy numerosas las investigaciones llevadas a cabo en torno a las transformaciones sufridas por el cauce fluvial. Éstas han señalado para el entorno de la comarca de La Ribera y Las Marismas del Guadalquivir, la existencia de un extenso golfo marino en la desembocadura del Guadalquivir, que además es el origen de la comarca marismeña. Estos datos que ya figuran en las fuentes grecolatinas, ha sido confirmados por análisis geológicos.

La ensenada marina alcanzó su mayor extensión hacia mediados del Holoceno con el máximo transgresivo flandriense. Los limos y sedimentos que arrastraba el río a lo largo de su cauce fueron colmatándola, y comenzó a formarse hacia el 2000 a.C. un delta que motivó el avance de la desembocadura y el relleno de la cubeta del golfo. En época tartésica la desembocadura del río se encontraba justo a la altura del Cerro de San Juan, en el punto conocido como «Estrecho de Coria». La enorme bahía siguió su proceso de colmatación, y curso arriba de las bocas del río comenzó a formarse una llanura de inundación hasta la altura de Sevilla. En época turdetana, el relleno del golfo prosiguió hasta reducir sus orillas, y dió lugar a que en algunos puntos de la vieja línea de costa no llegasen las aguas más que con la pleamar. Este es el paisaje que describen las fuentes grecolatinas al referirse a los esteros y al Lacus Ligustinus.

Hasta finales del Imperio Romano (siglo IV d.C.) el estuario del Guadalquivir siguió ocupando esa gran laguna de influencia marina, denominada Golfo Tartésico aunque por una confusión que quizás proceda de la misma época romana se le ha conocido hasta ahora como Lacus Ligustinus cuando en realidad este lago estaba más arriba. El Golfo Tartésico que llegaba desde el océano abierto hasta algo más debajo de La Puebla del Río (Sevilla), evolucionó a medida que una flecha litoral iba cerrando su boca y sus fondos se iban rellenando con sedimentos provenientes de la erosión de la cuenca del Guadalquivir a una albufera salobre . Posteriormente esta albufera se seguiría colmatando con los aportes aluviales, originando una amplia zona de marismas en la que el río se abría en tres grandes brazos: Brazo del Este, Brazo de Enmedio (cauce actual) y Brazo del Noroeste (Brazo de la Torre).

Hasta finales del Siglo IV, el estuario del Guadalquivir ocupaba esa gran laguna de influencia marina, denominada Golfo Tartésico… que llegaba desde el océano abierto hasta algo más debajo de La Puebla del Río (Sevilla), evolucionó a medida que una flecha litoral iba cerrando su boca y sus fondos se iban rellenando con sedimentos provenientes de la erosión de la cuenca del Guadalquivir a una albufera salobre (bajo-guadalquivir.blogspot.com.es)

La colmatación prosiguió su curso hasta rellenar por completo la cubeta y desembocar en el paisaje actual, con las marismas como resultado de la transformación fluvial. Históricamente, el Guadalquivir ha constituido la principal vía de comunicación de la comarca. Esto se debe no sólo a la facilidad que durante todas las épocas ha ofrecido para la navegación, sino también a que constituye una vía de contactos que, desde la Prehistoria, ha tenido un alcance internacional. El río forma una estructura que, con él como arteria principal, sirve de base de expansión a todo elemento cultural llegado de fuera, a la vez que de canal de exportación de productos autóctonos, ya sean también culturales, económicos o de cualquier otra índole.

Pero el Guadalquivir ha tenido otra función relacionada con el mundo de los muertos y la realización de ritos ligados a ofrendas de armas y otros enseres personales a las aguas, tal y como se llevaron a cabo en numerosos puntos de la fachada atlántica europea en la Edad del Bronce. El río constituye la razón de ser de todas las poblaciones que se asientan junto a su cauce, hasta el punto de que las variaciones del mismo, con el abandono de determinados meandros, ha sido causa de decadencia e incluso de la desaparición de numerosas cuidades.

El caso de Coria es muy significativo en este sentido, puesto que su implantación paleogeográfica a la entrada del valle del Guadalquivir hasta prácticamente época romana hacía de la población el punto de control del tráfico fluvial. El santuario de época protohistórica excavado recientemente en el Cerro de San Juan es producto de esa casuística. El mismo papel de vigía y centinela que acompaña a la población ha señalado otros hitos históricos locales como son el desembarco normardo en el 844, el papel de Coria en la toma de Sevilla o en el contingente japonés que se asentó en la localidad en la Baja Edad Media, entre otros que podrían apuntarse.

El puerto fluvial de Córdoba con el que contó la ciudad al menos durante época romana y hasta época musulmana. Tanto Estrabón como Plinio el Viejo hacen mención a que el río Betis era navegable hasta la ciudad de Córdoba. No se conoce con exactitud su ubicación... autores apuntan que pudo estar frente al actual Alcázar de los Reyes Cristianos tal y como indican restos aparecidos tras la construcción del puente de San Rafael

Córdoba contó con un puerto fluvial al menos durante época romana y hasta la musulmana. Estrabón y Plinio el Viejo hacen mención a que el río Betis era navegable hasta Córdoba. No se conoce con exactitud su ubicación… autores apuntan que pudo estar frente al Alcázar de los Reyes Cristianos como indican restos aparecidos tras la construcción del puente de San Rafael

Arqueológicamente, el uso del río como vía de comunicación en el entorno coriano se basa en las numerosas evidencias materiales que aparecen en las orillas del río y en los recurrentes dragados que rebajan el lecho fluvial en el tramo delimitado, como ocurre con un conjunto de puntas de flecha de doble arpón fechadas en el siglo VII o VI a.C., o la espada de lengua de carpa publicada como procedente de Bellavista, pero que otros señalan su aparición en aguas corianas. Estos enseres se han relacionado con los ritos funerarios de época protohistórica en la cual se arrojan armas a las aguas, siguiendo una costumbre de los pueblos indoeuropeos de la fachada atlántica europea. Desde el plano comercial, del lugar conocido como la Isleta (Puebla del Río) procede un pecio romano.

Numerosos elementos aparecidos en el transcurso de excavaciones arqueológicas o bien en hallazgos fortuitos en el casco urbano de Coria, como un vaso cerámico siriopalestino, así como vasos para perfume y escarabeos egipcios procedentes del Cerro de San Juan ponen de manifiesto el uso del río como vía de entrada de importaciones.

El texto refleja un trabajo de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía


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